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"Amor y Guerra: ¿Por Qué Repetimos los Mismos Conflictos en la Pareja y Cómo Liberarnos de Ellos?"

Actualizado: 30 nov 2024

Desarrollo Psicológico del Conflicto en la Pareja


El conflicto en una relación de pareja, desde una perspectiva psicológica, puede entenderse como un proceso multifacético que involucra no solo la comunicación y la conducta externa, sino también las dinámicas emocionales, los patrones inconscientes, y la historia personal que cada individuo aporta a la relación. En este sentido, el conflicto no es solo un desacuerdo sobre cuestiones cotidianas, sino una manifestación de heridas profundas y de patrones relacionales que cada miembro de la pareja trae consigo. A continuación, se detalla un análisis psicológico de cómo se desarrollan los conflictos en las relaciones de pareja.


1. Las Heridas Emocionales y las Necesidades No Resueltas


Desde la psicología, se reconoce que cada persona trae a su relación una “herida primaria” que corresponde a experiencias tempranas de inseguridad, rechazo o abandono. Esta herida, si no ha sido sanada, influye en la forma en que cada individuo responde emocionalmente a los conflictos. Harville Hendrix (1988), en su enfoque de la Terapia de Pareja Imago, sostiene que muchas personas buscan inconscientemente en su pareja una figura que les permita revivir y sanar estas heridas pasadas. Sin embargo, cuando no se trabaja de manera consciente, esta búsqueda suele llevar a la frustración y al resentimiento, ya que el otro no puede llenar esas carencias emocionales profundas. Así, las heridas no resueltas actúan como un detonante en la relación, generando inseguridades, demandas excesivas y expectativas irreales.


2. El Ciclo de Reactividad y Defensa


Uno de los elementos clave en el desarrollo de conflictos es el ciclo de reactividad y defensa. Este ciclo es una especie de “danza” en la que cada miembro reacciona defensivamente a la conducta del otro, alimentando una espiral de confrontación que hace cada vez más difícil encontrar una salida constructiva. John Gottman (2012) describe esta dinámica como los “cuatro jinetes del apocalipsis” en la relación de pareja: crítica, desprecio, actitud defensiva y el bloqueo. En este ciclo, una persona puede sentirse herida o amenazada y, como respuesta, atacar o retirarse emocionalmente, lo cual a su vez provoca una reacción defensiva en el otro miembro. Esta cadena de respuestas reactivas se vuelve un círculo vicioso que deteriora la confianza y el afecto.


3. La Proyección de Emociones y Expectativas


En psicología, el concepto de proyección describe cómo una persona, en lugar de reconocer sus propios sentimientos o inseguridades, las atribuye a otra persona, en este caso a su pareja. Esto es especialmente común en las relaciones de pareja, donde ambos miembros pueden proyectar en el otro sus propias frustraciones, ansiedades o insatisfacciones personales. Según Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, la proyección es un mecanismo de defensa inconsciente que surge cuando una persona no puede afrontar sus propios sentimientos. En una relación de pareja, esta proyección se manifiesta cuando, por ejemplo, uno de los miembros acusa al otro de ser “demasiado demandante” o “controlador”, cuando en realidad él mismo teme perder el control o no sentirse valorado.


4. Las Creencias Limitantes y la Visión Idealizada de la Relación


Muchos conflictos surgen debido a las creencias limitantes que cada persona tiene sobre el amor y las relaciones. Estas creencias pueden incluir ideas como “mi pareja debería entenderme sin que yo se lo pida” o “si tenemos peleas, es porque no somos el uno para el otro”. Estas expectativas idealizadas, según Albert Ellis (1977), en su Terapia Racional Emotiva, son una fuente de frustración y conflicto, ya que no se basan en la realidad, sino en una visión romántica de la relación que no permite espacio para la imperfección ni para el crecimiento personal. Estas creencias limitantes llevan a que cada miembro se sienta decepcionado cuando el otro no cumple con las expectativas idealizadas, lo que aumenta el resentimiento y la frustración.


5. La Dinámica del Poder y el Control


La búsqueda de poder y control es otro elemento psicológico que influye en el conflicto de pareja. Según estudios de psicología social, algunas personas tienen una mayor necesidad de control, y en las relaciones de pareja esto puede manifestarse a través de comportamientos manipulativos o intentos de imponer sus deseos. Este fenómeno, que es común en parejas donde uno o ambos miembros experimentan baja autoestima, crea una dinámica de “ganar-perder” en la relación, donde cada conflicto se convierte en una batalla para ver quién “tiene la razón” o quién “lleva el control”. El psicólogo David Schnarch (1997), en su enfoque de terapia de diferenciación, sostiene que este tipo de dinámica es un obstáculo para la intimidad, ya que ambos miembros se enfocan más en ganar que en comprender al otro y encontrar soluciones.


6. El Miedo a la Vulnerabilidad y el Aislamiento Emocional


El miedo a mostrarse vulnerable es una de las principales barreras en la resolución de conflictos en la pareja. Según Susan Johnson (2008), en su enfoque de Terapia de Pareja Centrada en Emociones, muchas personas construyen una “coraza” emocional para protegerse de posibles daños o rechazos. Esta coraza evita que puedan abrirse plenamente a su pareja, lo cual genera un aislamiento emocional progresivo. En lugar de acercarse en busca de comprensión y apoyo, los miembros de la pareja se retraen y se protegen, lo cual debilita la conexión afectiva y agrava el conflicto.


Efectos Psicológicos del Conflicto No Resuelto en la Pareja


La acumulación de conflictos no resueltos en la pareja tiene efectos profundos que van más allá de los momentos de discusión. Estos conflictos afectan la autoestima, aumentan los niveles de ansiedad y generan sentimientos de desvalorización en cada miembro de la pareja. Las relaciones conflictivas también aumentan la probabilidad de padecer trastornos de salud mental como la depresión, ya que el estrés constante y el sentimiento de insatisfacción socavan el bienestar emocional. En un estudio de Cano y Vivian (2001), se evidenció que las personas que experimentan conflictos constantes en su relación tienen más probabilidades de desarrollar síntomas depresivos y una percepción negativa de su vida en general.


Los Efectos de los Conflictos en la Pareja


1. Deterioro de la Salud Mental y Emocional: La investigación sobre conflictos en pareja ha demostrado que los conflictos frecuentes y no resueltos pueden afectar negativamente la salud mental de ambos miembros. De acuerdo con Cano y Vivian (2001), el estrés constante derivado de las peleas afecta la regulación emocional y aumenta los niveles de ansiedad y depresión. Cuando los conflictos no encuentran una resolución adecuada, ambos miembros desarrollan una mayor vulnerabilidad emocional y una percepción negativa de la relación, lo cual impacta directamente en su bienestar psicológico. La psicóloga Claudia Román (2016) señala que, en relaciones conflictivas, cada discusión acumula resentimiento y frustración, desgastando la energía emocional y dejando menos espacio para experiencias de afecto y satisfacción.



2. Efecto en la Salud Física: Los efectos físicos de los conflictos en la pareja son igualmente significativos. Estudios han mostrado que las parejas con relaciones conflictivas presentan mayores riesgos de enfermedades cardiovasculares, presión arterial elevada y problemas inmunológicos. Según Kiecolt-Glaser y Newton (2001), el estrés emocional prolongado afecta el sistema inmunológico y aumenta la inflamación en el cuerpo, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas. El conflicto constante activa la respuesta de “lucha o huida”, provocando una descarga de hormonas de estrés como el cortisol y la adrenalina. Con el tiempo, esto genera un impacto negativo en el sistema cardiovascular y aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas.



3. Impacto en la Satisfacción y la Intimidad de la Relación: La acumulación de conflictos no resueltos también tiene un impacto directo en la satisfacción y en la intimidad de la pareja. Cuando las discusiones se vuelven frecuentes y no se logran resolver, se genera una distancia emocional que afecta la conexión íntima y la calidad de las interacciones. Según Gottman (2012), las parejas que no logran resolver sus conflictos suelen experimentar una “distancia emocional” que eventualmente afecta su deseo de pasar tiempo juntos y de compartir experiencias. La frustración y el resentimiento que se acumulan en estas situaciones afectan la disposición de cada uno para ser afectuoso y vulnerable, lo cual mina la confianza y reduce la satisfacción general en la relación.



4. Efectos en el Desarrollo de los Hijos: Los conflictos de pareja también tienen un impacto significativo en los hijos, si es que los hay. Diversos estudios (Cummings y Davies, 2002) han demostrado que los niños que crecen en entornos donde la pareja parental mantiene conflictos intensos y frecuentes tienden a desarrollar problemas de conducta, ansiedad, y dificultades en la regulación emocional. Esto se debe a que, al observar los conflictos, los niños pueden internalizar patrones de comunicación destructiva y experimentar inseguridad emocional. Además, las parejas que están constantemente en conflicto tienen menos energía para dedicar a la crianza de los hijos, lo cual afecta el bienestar y desarrollo de los mismos.



Estrategias para Desarrollar un Abordaje Constructivo


Dado el impacto que los conflictos pueden tener, es importante que las parejas busquen estrategias constructivas para lidiar con sus diferencias. A continuación, algunas recomendaciones basadas en estudios sobre psicología de la pareja:


1. Reconocer y Sanar la Herida Primaria: Una de las estrategias más efectivas para reducir el conflicto en pareja es que cada miembro identifique su propia “herida primaria” y cómo esta influye en sus reacciones emocionales. Harville Hendrix (1988) sugiere que comprender estas heridas ayuda a las parejas a abordar sus conflictos desde una perspectiva de sanación en lugar de una de confrontación. Trabajar en estas heridas personales, a través de la terapia individual o de pareja, puede ayudar a crear una relación más sana y menos reactiva.



2. Practicar la Empatía Reflexiva: La empatía es fundamental para romper el ciclo de la reactividad. Según Carl Rogers (1980), la empatía reflexiva permite que ambos miembros se sientan escuchados y valorados, lo que disminuye la intensidad de las discusiones y fomenta un ambiente de respeto mutuo. La empatía activa es una herramienta poderosa que permite a las parejas salir de la dinámica de “reacción y contra-reacción” y construir una comunicación más constructiva.



3. Establecer un "Acuerdo de Paz" en la Relación: Un acuerdo de paz implica que ambos miembros acuerden no usar tácticas de control o manipulación durante los conflictos. John Gottman (2012) destaca que estos acuerdos, que incluyen reglas como escuchar sin interrumpir y evitar el sarcasmo, crean un espacio seguro para que cada miembro se exprese sin miedo a ser juzgado o invalidado. Este tipo de acuerdos fomentan la comunicación y la resolución de conflictos desde un lugar de respeto.



4. Cambiar el Enfoque de “Ganar-Perder” a “Nosotros contra el Problema”: Un enfoque de “nosotros contra el problema” ayuda a cambiar la perspectiva de la pareja para que vean el conflicto como una situación que necesitan resolver juntos, en lugar de una batalla de quién tiene la razón. Fisher y Ury (2011) sostienen que esta perspectiva colaborativa reduce la tensión y fomenta una mayor disposición a ceder y a buscar soluciones que beneficien a ambos.



5. Fomentar la Vulnerabilidad y la Aceptación Mutua: Crear un espacio de vulnerabilidad y apertura en la pareja ayuda a que cada miembro se sienta libre de expresar sus emociones y necesidades. Susan Johnson (2008), en su modelo de terapia centrada en emociones, sugiere que la vulnerabilidad permite a las parejas comprenderse mejor y evitar las interpretaciones negativas. Al aceptar al otro tal como es, sin intentar cambiarlo o controlarlo, ambos miembros pueden construir una relación más sólida y satisfactoria.



Conclusión


Los conflictos en la pareja tienen consecuencias profundas y pueden afectar no solo el bienestar emocional y físico de ambos, sino también el desarrollo de los hijos y la satisfacción en la relación. Sin embargo, también representan una oportunidad para el crecimiento y el fortalecimiento del vínculo cuando se abordan desde una perspectiva de respeto y sanación. La clave está en comprender los patrones emocionales y las dinámicas inconscientes que subyacen a los conflictos y en trabajar juntos para construir una comunicación más constructiva y una relación basada en la empatía, la aceptación y el respeto mutuo.


Bibliografía


Cano, A., & Vivian, D. (2001). Life stressors and husband-to-wife violence. Aggression and Violent Behavior, 6(5), 459-480.


Cummings, E. M., & Davies, P. T. (2002). Effects of marital conflict on children: Recent advances and emerging themes in process-oriented research. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 43(1), 31-63.


Gottman, J. M. (2012). Siete reglas de oro para vivir en pareja. Editorial Planeta.


Hendrix, H. (1988). Getting the Love You Want: A Guide for Couples. Holt Paperbacks.


Johnson, S. M. (2008). Hold Me Tight: Seven Conversations for a Lifetime of Love. Little, Brown Spark.


Kiecolt-Glaser, J. K., & Newton, T. L. (2001). Marriage and health: His and hers. Psychological Bulletin, 127(4), 472-503.


Rogers, C. R. (1980). A Way of Being. Houghton Mifflin Harcourt.


Ellis, A. (1977). Cómo lograr una vida plena y feliz. Ediciones Paidós.


Fisher, R., & Ury, W. (2011). Getting to Yes: Negotiating Agreement Without Giving In.


Freud, S. (1911). Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento mental. Obras completas.

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